miércoles, 28 de septiembre de 2011

Catálogo razonado de manuales de literatura griega y latina en España

Los hispanistas han descubierto ya desde hace tiempo que el estudio de la narración de la historia de la literatura española a través de los manuales no es una cuestión AJENA a nuestra propia concepción de la literatura. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE
Me ha parecido, en este sentido, muy interesante, la investigación que ha llevado a cabo el doctor Antonio Martín Ezpeleta bajo la dirección de Leonardo Romero Tobar sobre la Historia de la literatura española de Ángel Valbuena Prat, cuya primera edición es del año 1937. Es, entre otras cosas, el primer manual de literatura (dos gruesos volúmenes ya en su primera edición) que abandona como dominio ajeno la parcela de la literatura hispano-latina y que perfila con una gran capacidad de predicción lo que será con los años nuestra actual percepción del canon. No podemos pensar que la historiografía literaria constituye un simple andamiaje que luego, una vez construido el edificio, se retira sin más. Ese andamiaje forma parte de la misma estructura del edificio.
El relato de la literatura griega y latina en España constituye una parcela más discreta que la de la literatura española, pero mantiene con ella complejos contactos y, además, todavía hoy resulta un terreno prácticamente inexplorado. El profesor Fernández Corte escribió hace tiempo un interesante artículo sobre este tema en la revista Cuadernos de Filología Clásica (Estudios Latinos), donde planteaba el asunto de la narración de la literatura latina como un "discurso" que se va legitimando progresivamente a lo largo del siglo XIX. Así pues, desde una perspectiva propia de Michel Foucault acerca de la arqueología de las ciencias humanas, es posible plantear un asunto a menudo invisible para nuestros colegas de profesión. Hace un tiempo, tras no muchos sinsabores, logré terminar un trabajo titulado "Ensayo de una Historiografía de la Literatura Latina en España (1778-1936)". Cuando inicié este estudio hace años, allá por 2002, no llegué a pensar que se tratara de una materia tan compleja y rica de matices. Hoy no voy a hablar de cuestiones historiográficas en sí, pero sí me gustaría comentar que ya sólo la cuestión bibliográfica de la recopilación de materiales ha sido laboriosa. Parece, a priori, fácil recopilar todos los manuales de literatura griega y tatina en España, pero en cuanto entramos en materia surgen los problemas. Entre otros, el del propio concepto de "Historia de la literatura", que desde la Ilustración se va construyendo, literalmente, a lo largo del siglo XIX. Un hito importante lo constituye el programa que Federico Augusto Wolf dedica a la materia en 1787, pero cuyo planteamiento y conceptualización no llega a España hasta bien entrado el siglo XIX. Mi colega Bernd Marizzi y yo mismo también hemos publicado la primera versión española del catálogo. En todo caso, si bien con reservas, es posible establecer el primer "manual de literatura latina" en España en 1792, gracias a la obra de Casto González Emeritense, cuya portada de su Compendiaria in Latium via aparece aquí reproducida. Todavía no se habla de Historia de la literatura latina. Lo mismo podemos decir para la Literatura griega, que también aparece este mismo año de la mano del autor citado. Ambos libros ofrecen una cronología donde se dan cita los autores griegos y latinos, c0n una breve nota biobibliográfica (se trata, en realidad, de un resumen bastante logrado de las imponentes Bibliotheca Latina y Graeca de Frabricius). A partir de este momento, ya no encontramos manual alguno hasta 1846, fecha en que Ángel María Terradillos publica su manual destinado a un nuevo sistema de enseñanza inspirado por Gil de Zárate. Al escritor aragonés Braulio Foz le correspondió el honor de publicar la primera literatura griega en 1849.
Una nueva dificultad vino dada por las diferencias entre ediciones de un mismo manual. Suelen aparecer cambios que a menudo son significativos, como ocurre con el propio manual de Terradillos, que en su segunda edición de 1848 deja reflejar ya las ideas de la historiografía literaria romántica venidas de la mano de Federico Schlegel.
Por hoy basta, si bien creo que lo dicho hasta ahora da muestra de algunas de las dificultades varias que he ido encontrando en este estudio en principio tan acotable, pero que va teniendo visos de haberse convertido en interminable.
Francisco García Jurado H.L.G.E.

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